Un alcalde de pueblo costero recibe una carta de un promotor: estaría dispuesto a reunirme para hablar de unos terrenos que tengo en el pinar, ese que en el programa electoral dijisteis que ibais a preservar. Si se declaran urbanizables habría una buena recompensa en metálico.
El alcalde le recibe, hablan y no se ponen de acuerdo: el pinar está protegido, hace falta el permiso de Medio Ambiente, el alcalde tiene las manos atadas, sólo podrían darle una décima parte que no tiene protección pero al promotor le parece mucho el maletín que trae por sólo esa fracción del suelo.
No se ha cometido delito, hablar no es malo, el diálogo es la esencia de la democracia. El alcalde ha demostrado su firmeza al no ceder a sobornos. Si volviera a presentarse la oportunidad lo volvería a intentar.
El alcalde le recibe, hablan y no se ponen de acuerdo: el pinar está protegido, hace falta el permiso de Medio Ambiente, el alcalde tiene las manos atadas, sólo podrían darle una décima parte que no tiene protección pero al promotor le parece mucho el maletín que trae por sólo esa fracción del suelo.
No se ha cometido delito, hablar no es malo, el diálogo es la esencia de la democracia. El alcalde ha demostrado su firmeza al no ceder a sobornos. Si volviera a presentarse la oportunidad lo volvería a intentar.
¿Que cómo sabemos de esa reunión? Porque el alcalde la anunció en el pleno)
4 comentarios:
Tremendo.
Se ha puesto usted brillante, Don Ignacio. Ya, ya sé que es costumbre, pero esta es especialmente redonda.
Lo más fuerte es el tono de orgullo con que nos lo contó el alcalde. Debe pensar que los del pueblo somos tontos.
Porque... no lo somos, ¿no?
Lo más estupefaciente de la argumentación de Zapatero sobre sus razones para negociar con ETA es que cuando ahora nos dice que nunca más volverá a negociar con ella bajo ninguna condición, uno le puede responder: "¿Y por qué no?".
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