viernes, 8 de enero de 2010

Antivespasiani

Si no fuera por Tiziano Scarpa los habría pasado por alto:

En algunos ángulos apartados puedes reparar en misteriosas protuberancias en piedra, en ladrillo visto o enfoscado, o incluso en hierro forjado. Comencemos por describirlas. Posición: se encuentran en los recodos de las calles, entre los muros que forman ángulo recto; pero hay una incluso en lo alto de un puente, sobre el Campiello de San Rocco, en hierro forjado. Altura: poco más de un metro. Forma: las de piedra se parecen a un tejado a dos aguas, las de ladrillo a un cuarto de cúpula enana, abombada, a una rodaja gigante de foccacia, un buen trozo de pannetone. Las que son de hierro tienen bultos panzudos y puntas de lanza amenazadoras. ¿Para qué sirven? Disuaden a los humanos de hacer pipí. El metal puntiagudo se comenta solo. El funcionamiento de los mecanismos de tejado y cúpula, sin embargo, es más ingenioso: están proyectados para hacer rebotar el chorro sobre el maleducado de turno, y sobre todo para revertirle a los pies sus propios arroyuelos de pipí.



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