Voy a reclamar la ayuda de ustedes, amables lectores, para ver si salgo de un nudo que me tiene inutilizado el texto de la entrada anterior (léanlo antes, please) desde que lo rescaté de remotas carpetas. El problema está en la descripción que hace el viajero de la lluvia de meteoritos, casi al final: la idea era, habiendo tomado partido por lo maravilloso en las ciudades frente al entusiasmo por lo exótico, jugar limpio y darle una baza al portavoz de las bellezas naturales y lejanas, que también tienen su aquel.
Pero me temo que ese último párrafo exaltado (no es que sea he visto naves arder más allá de la Puerta de Tannhauser, pero me autoconcederé que algo de pathos estético sí que tiene) no encaja con el tono que le he dado previamente al personaje. Si las descripciones que lleva haciendo toda la noche son repeticiones de tópicos de agencia de viajes, el lector tenderá a leer esta última como otra más, con la consiguiente extrañeza (en el mejor de los casos: el peor escenario es que efectivamente pase por prosa de agencia).
Alternativas:
-Que ella registre el cambio de tono y empiece a tomarse interés, antes de volver a distraerse con el espectáculo de la calle (pero odio dar explicaciones, y es un poco ridículo que un personaje haga de crítico literario del otro).
-Que sea la voz del narrador la que comente la jugada.
-Reescribir la descripción en un tono más tópico y alicorto (pero entonces no habría el fair play que yo buscaba: es necesario que lo que ella se pierde por no ir al espacio valga mucho la pena)
-Dejarlo como está y no romperme la cabeza (no es una opción, me temo).
¿Any ideas?
Pero me temo que ese último párrafo exaltado (no es que sea he visto naves arder más allá de la Puerta de Tannhauser, pero me autoconcederé que algo de pathos estético sí que tiene) no encaja con el tono que le he dado previamente al personaje. Si las descripciones que lleva haciendo toda la noche son repeticiones de tópicos de agencia de viajes, el lector tenderá a leer esta última como otra más, con la consiguiente extrañeza (en el mejor de los casos: el peor escenario es que efectivamente pase por prosa de agencia).
Alternativas:
-Que ella registre el cambio de tono y empiece a tomarse interés, antes de volver a distraerse con el espectáculo de la calle (pero odio dar explicaciones, y es un poco ridículo que un personaje haga de crítico literario del otro).
-Que sea la voz del narrador la que comente la jugada.
-Reescribir la descripción en un tono más tópico y alicorto (pero entonces no habría el fair play que yo buscaba: es necesario que lo que ella se pierde por no ir al espacio valga mucho la pena)
-Dejarlo como está y no romperme la cabeza (no es una opción, me temo).
¿Any ideas?
Actualización (ver comentarios): versión alternativa en que el tipo sigue siendo gañán y la descripción es definitivamente libresca.
-De todas formas, lo mejor fue la lluvia de meteoritos en el Extremo Sur de Betelgeuse. Fue increíble, una experiencia única: quisiera poderlo describir con palabras, pero es imposible, hay que verlo. En el puesto de observación había una placa en memoria de McLeod, que estuvo allí hace siglos en una nave sub-luz. Qué bárbaro, eso sí que eran pioneros. Me llevé su libro, pero luego nunca hay tiempo de leer en estos viajes tan apretados.
-Entonces el cielo entero, pero no nuestro cielo sino una enorme bóveda rojo sangre cuajada de estrellas, comenzó a desplomarse lentamente, en silencio, como un gigantesco copo de nieve, recitó ella con voz sonámbula.
Abajo, frente a ellos (...)
-Ah, lo conoces. Parece ser que sólo se da una vez cada trescientos años. Es una lástima que no pudieras venir.
-Una verdadera lástima, dijo, soñolienta.