Salgo de la atonía veraniega para traer aquí una idea de Matthew Yglesias que encuentro a la vez extravagante y bien traída: si se quiere de veras defender la santidad del matrimonio (traduzco a vuelapluma) entonces antes que prohibir los matrimonios homosexuales habría que prohibir los, digamos, cuartos matrimonios. Una cosa es decir que nadie está libre de un error, o que todo el mundo merece una segunda oportunidad, pero las bodas en serie son realmente una burla de las premisas de la institución de una manera que las bodas gay nunca lo serán. Tal vez algunos deban admitir simplemente que no están hechos para el compromiso a largo plazo.
Si de verdad quisiéramos podríamos sacar petróleo de esta paradoja, pero con este calor mejor dejarlo en el cosquilleo.
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