domingo, 1 de junio de 2008

Dioniso en La Mancha

Si no fuese por el vino administrado, se pasaría uno la jornada blanqueando el nicho. Él barre recochuras y pone la risa a flote. Da corriente a los nervios, despabila la bellota, hace buenos a los amigos y a todas las mujeres comestibles. Enferia el corazón y lo calienta. Te llena los toneletes de leche. Deshollina el riñón, te quita peso, encarga palabras, llama chistes, caldea los ojos, ensalsa la lengua y te pone la vida como un haz de alegrones. Beber con tiento es volverse mozo, ver las corridas llenas de flores y sentir las manos con ganas de teta y los pies bailones. El vino es la sangre que mensila el gran papo del globo terráqueo. El mero caldo de la creación humana. Todo lo grande de esta vida se hizo al correr del vino. Los árboles cabezones, las mujeres caldosas, los jardines cachondos, los animales valientes, los pájaros sin ley, las perdices tintorras, la carne de cabrito desollada, el aceite que fríe, el muchacho que bulle entre pañales, la mañana que rompe la ventana, el sol que a la caída entomata los vidrios, los volcanes de yeguas desbocadas; todo lo bueno y grande de la vida es por el brío del vino.
Francisco García Pavón

3 comentarios:

T dijo...

Por si no lo sabe, le cuento que hay una pequeña editorial que está reeeditando todas las novelas de Plinio.

T dijo...

Rey Lear, se llama exactamente la editorial.

Ignacio dijo...

Muchas gracias, cara. Yo he podido hacerme con dos de una colección de narrativa española de algún periódico (y he de decir que Las hermanas coloradas ya me gustó menos que El rapto de las sabinas, pero no obstante leeré con gusto lo que me llegue a las manos).