No tan tonta. Supongo que Pinker apostaría por tu gracejo andaluz de siempre. Sin embargo, como la poesía se escribe con todo el cuerpo, tus soleás tendrían ecos goethanos.
La idea es que si de alguna manera la función hace al órgano, o al menos lo modifica dentro de un orden, entonces las cuerdas vocales, glotis y demás órganos de fonación estarían, en el cuerpo de un alemán adulto, (de)formados en cierto sentido para facilitar las guturalidades y rasposidades de su idioma, y puestos de repente a reproducir nuestros sonidos, aunque la cabeza los tuviera claros, saldrían con acento alemán.
Digo yo (una respuesta tonta) que si cualquier cantante del mundo puede interpretar repertorios diversos de diferentes procedencias, si eso es posible (que ahora que lo escribo, lo pongo en duda), ¿por qué no ibas tú a sonar divinamente, malagueño mío, en la boca de un armario empotrado de seis puertas?
Además, tú ya pareces alemán. Y yo polaca. ¿Qué más quieres?
Bueno, Brian, huyamos de las fórmulas ambiciosas. Vale con que la función deforma o modela el órgano, de la misma manera que trabajar en un taller de carpintería deforma las manos.
Mi duda, más modesta, es si el ejercicio de la palabra hablada en un idioma y con un acento modela los órganos de fonación. No entra aquí la evolución de la especie, sino el uso y desgaste que hacemos del cuerpo.
Si las palabras que pensara mi cerebro (mi persona, vaya) saliesen por la boca del teutón con acento teutón, sería que sí.
9 comentarios:
No tan tonta. Supongo que Pinker apostaría por tu gracejo andaluz de siempre. Sin embargo, como la poesía se escribe con todo el cuerpo, tus soleás tendrían ecos goethanos.
La idea es que si de alguna manera la función hace al órgano, o al menos lo modifica dentro de un orden, entonces las cuerdas vocales, glotis y demás órganos de fonación estarían, en el cuerpo de un alemán adulto, (de)formados en cierto sentido para facilitar las guturalidades y rasposidades de su idioma, y puestos de repente a reproducir nuestros sonidos, aunque la cabeza los tuviera claros, saldrían con acento alemán.
O no.
Debería haber una página de Pregúntale a Pinker.
Yo, ante todo esto, digo lo de Woody Allen: «Mi mente jamás puede conocer mi cuerpo, aunque se ha hecho bastante amiga de mis piernas».
Digo yo (una respuesta tonta) que si cualquier cantante del mundo puede interpretar repertorios diversos de diferentes procedencias, si eso es posible (que ahora que lo escribo, lo pongo en duda), ¿por qué no ibas tú a sonar divinamente, malagueño mío, en la boca de un armario empotrado de seis puertas?
Además, tú ya pareces alemán. Y yo polaca. ¿Qué más quieres?
No sé como quedaría el acento, pero conceptualmente yo lo vería como el trasplante del cuerpo de un alemán a tí, y no viceversa.
Por cierto, la función no hace al órgano (como creía Lamarck); es más bien al revés.
Bueno, Brian, huyamos de las fórmulas ambiciosas. Vale con que la función deforma o modela el órgano, de la misma manera que trabajar en un taller de carpintería deforma las manos.
Mi duda, más modesta, es si el ejercicio de la palabra hablada en un idioma y con un acento modela los órganos de fonación. No entra aquí la evolución de la especie, sino el uso y desgaste que hacemos del cuerpo.
Si las palabras que pensara mi cerebro (mi persona, vaya) saliesen por la boca del teutón con acento teutón, sería que sí.
Donna (donna, donna). Que yo tenga esta habilidad innata y asombrosa que tengo para poner voces no invalida el caso.
Ya; era sólo por provocar la visión desde otro ángulo. En realidad, la respuesta a la pregunta es: no lo sé ;-)
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